Hace unos días vi un documental en el que los indígenas de un poblado que lucha por mantener viva su tradición, así como a sus habitantes, ofrecía al hombre blanco turista un espectáculo, que no era más que tradición, para ellos sagrada, expuesta a la curiosidad de los otros. Muchos poblados recurren a estas exhibiciones para obtener recursos de subsistencia. No puedo evitar ver en esta situación un acto de violación. No veo solo la exposición de la tradición, como podría ser la preparación y ofrecimiento de un plato culinario. El turista busca algo más profundo, y lo consigue porque la sociedad indígena necesita sus recursos económicos.
La visión de este documental me ha conmocionado y ha conseguido traer otra imagen a mi cabeza. En este caso son los centros públicos de investigación y los proyectos que necesitan recursos para su desarrollo. La supervivencia de algunas patentes, base de importantes
beneficios socioeconómicos, depende en muchos casos de que haya financiación de
una empresa interesada en ellas. En la situación ideal estas empresas
pertenecen a nuestro entorno, y los recursos destinados a la I+D volverán (en
un futuro más o menos próximo) a nuestro sistema, en forma de beneficio
económico y social. Es un reto muy importante potenciar aún más el desarrollo
de nuestro tejido empresarial para que pueda absorber la gran cantidad de resultados
de investigación generados en los laboratorios, para recuperar los recursos destinados
a la I+D y cerrar así el círculo de la innovación. La paradoja reside en que a
veces hay que recurrir al interés de empresas de otros países, de igual manera
que algunos investigadores deben salen de nuestras fronteras hacia otros lugares
con más oportunidades para su ciencia.
Comparando esta situación con el
documental al que hago referencia, estamos ofreciendo unos platos maravillosos
a los turistas a cambio de un beneficio, que se destinará (al menos en parte) a
cerrar nuestro círculo de la innovación. Con la licencia de nuestras patentes
mantenemos la propiedad intelectual en los centros donde se ha generado, y por
este motivo mantenemos también el derecho a obtener beneficios futuros. Pero
cocinemos, no nos coloquemos las plumas y los trajes multicolores como los
habitantes de las tribus. No perdamos el control de nuestro conocimiento
científico más estratégico.
Por eso digo, manos a la obra que
nos queda aún mucho por hacer. En las sucesivas entradas trataré de los modelos
de transferencia de tecnología llevados a cabo en países con diferentes sistemas
innovadores, más maduros, que nos puedan servir de modelos. Empezaré por
Israel, por su indudable nivel superlativo de innovación (es la start-up nation), además de por el
interés que ha demostrado Catalunya por adoptar su modelo de innovación1.
1Workshop “Coneixement
com a motor economic: el cas d’Israel”. ACUP, Casa Convalescència, Barcelona (2 de
Octubre 2013).