martes, 15 de octubre de 2013

La innovación en el paladar

Hace unos días vi un documental en el que los indígenas de un poblado que lucha por mantener viva su tradición, así como a sus habitantes, ofrecía al hombre blanco turista un espectáculo, que no era más que tradición, para ellos sagrada, expuesta a la curiosidad de los otros. Muchos poblados recurren a estas exhibiciones para obtener recursos de subsistencia. No puedo evitar ver en esta situación un acto de violación. No veo solo la exposición de la tradición, como podría ser la preparación y ofrecimiento de un plato culinario. El turista busca algo más profundo, y lo consigue porque la sociedad indígena necesita sus recursos económicos.
La visión de este documental me ha conmocionado y ha conseguido traer otra imagen a mi cabeza. En este caso son los centros públicos de investigación y los proyectos que necesitan recursos para su desarrollo. La supervivencia de algunas patentes, base de importantes beneficios socioeconómicos, depende en muchos casos de que haya financiación de una empresa interesada en ellas. En la situación ideal estas empresas pertenecen a nuestro entorno, y los recursos destinados a la I+D volverán (en un futuro más o menos próximo) a nuestro sistema, en forma de beneficio económico y social. Es un reto muy importante potenciar aún más el desarrollo de nuestro tejido empresarial para que pueda absorber la gran cantidad de resultados de investigación generados en los laboratorios, para recuperar los recursos destinados a la I+D y cerrar así el círculo de la innovación. La paradoja reside en que a veces hay que recurrir al interés de empresas de otros países, de igual manera que algunos investigadores deben salen de nuestras fronteras hacia otros lugares con más oportunidades para su ciencia.
Comparando esta situación con el documental al que hago referencia, estamos ofreciendo unos platos maravillosos a los turistas a cambio de un beneficio, que se destinará (al menos en parte) a cerrar nuestro círculo de la innovación. Con la licencia de nuestras patentes mantenemos la propiedad intelectual en los centros donde se ha generado, y por este motivo mantenemos también el derecho a obtener beneficios futuros. Pero cocinemos, no nos coloquemos las plumas y los trajes multicolores como los habitantes de las tribus. No perdamos el control de nuestro conocimiento científico más estratégico.
Por eso digo, manos a la obra que nos queda aún mucho por hacer. En las sucesivas entradas trataré de los modelos de transferencia de tecnología llevados a cabo en países con diferentes sistemas innovadores, más maduros, que nos puedan servir de modelos. Empezaré por Israel, por su indudable nivel superlativo de innovación (es la start-up nation), además de por el interés que ha demostrado Catalunya por adoptar su modelo de innovación1.

1Workshop “Coneixement com a motor economic: el cas d’Israel”.  ACUP, Casa Convalescència, Barcelona (2 de Octubre 2013).