jueves, 25 de junio de 2015

Si compiten, no estamos utilizando bien nuestros recursos

Este 23 de junio se han entregado los VII premios de la Fundación BBVA en Madrid a investigadores que, movidos por esa curiosidad por conocer el mundo que nos rodea, lo que nos hace humanos, han alcanzado grandes logros en investigaciones científicas en la frontera del conocimiento. Mi pasado científico me permite conocer ese mundo en primera persona, sus retos, barreras y compensaciones. Un trabajo demasiado duro para considerarse un trabajo, de ahí el término vocación científica. Hace unos días estuve en el Bdigital Global Congress organizado por Eurecat1. La calidad de la información presentada fue excelente, pero me llamó especialmente la atención la presentación de Javier Córdoba “La era del renacimiento digital”2, en la que describía 3 renacimientos en la historia de la humanidad: el paso del paleolítico al neolítico (driver: la agricultura), el humanismo (driver: el número áureo) y el conocimiento (driver: el Bit).

Uno de los científicos homenajeados en Madrid afirmó que ese premio no habría sido posible con instrumentos de financiación dirigidos a proyectos de ciencia aplicada. Y tiene toda la razón, y pienso que es necesario hacer esta reflexión en mi Blog porque ese comentario, en ese contexto, puede llevar a considerar la investigación aplicada, o tecnología, menos relevante o menos "humana" que la investigación básica de frontera. Y en una sociedad del conocimiento necesitamos ambas3. También necesitamos instrumentos de financiación diferentes para cada una de ellas, porque considerar que la financiación pública debe dirigirse a la investigación aplicada de igual manera que a la básica es un error. La situación vista en aquellos países que creen en la economía del conocimiento, altamente innovadores, es que financian su tecnología un tercio públicamente y dos tercios de manera privada (empresas). Si aún no lo hemos conseguido en nuestro país deberíamos encontrar las herramientas apropiadas, simplemente mirando lo que hacen estos otros países y aprender de sus éxitos.

Mi dedicación actual a la transferencia tecnológica es también vocacional, porque también tiene sus retos, barreras y compensaciones, como las que viví en mi etapa científica, aunque sean diferentes. En mi se hayan también los 3 renacimientos que comentaba Javier Córdoba, pero dejé el placer “humano” que proporciona el descubrir algo por primera vez por el placer que proporciona el descubrir y conseguir que resultados científicos relevantes para nuestra salud den un paso adelante en su llegada al mercado. 

Ya lo había comentado en un Post anterior, pero lo vuelvo a recordar por su relevancia. Alexander Fleming descubrió la penicilina en 1928 gracias al azar seguido de su curiosidad humana, lo que le llevó a preguntarse y encontrar el motivo por el que las bacterias no crecían alrededor de los hongos. La humanidad tenía una herramienta con la que curar enfermos con infecciones, para salvar millones de vidas, pero no tenía la capacidad de hacerla llegar a estos enfermos. Hasta la segunda guerra mundial (1939-45) no pudo ser utilizada a nivel generalizado porque no se sabía cómo fabricarla a nivel industrial. La solución se encontró en una cervecería americana con conocimiento y herramientas para hacer crecer de manera controlada a los microorganismos que la fabricarían. Para mi este hecho es muy significativo y nos debería hacer reflexionar a todos, de igual manera  que a mí me hace creer absolutamente en la utilidad de mi trabajo (o vocación profesional actual) y la necesidad de instrumentos adecuados para mejorar sus resultados. Porque en muchas actividades profesionales, esenciales para nuestro bienestar socioeconómico, nos encontramos nadando a contracorriente. Pero, ¿se elige ser salmón o simplemente se es sin cuestionarse el por qué?

1http://www.bdigitalglobalcongress.com/videos-2015
2http://dracpixeldev.com/bdigital/2015/BDIGITAL2015_11062015_esp_07.php
3Cómo deberíamos financiar la I+D+i ? Ideasdeunsesil.blogspot.es

miércoles, 24 de junio de 2015

Temporada de festivales y de innovación... Música maestro!

El incremento del gasto en I+D de las empresas farmacéuticas hace años que no se corresponde con un aumento del número de nuevos fármacos en el mercado. Diversas causas tienen su papel en esta realidad, como mayores exigencias por parte de las agencias regulatorias (por ejemplo en respuesta a la falta de seguridad mostrada por algunos de ellos una vez aprobados), o la mayor complejidad de las enfermedades a tratar, muchas de origen desconocido o con varias causas posibles sobre las que se puede actuar.

Una estrategia de innovación que utilizan las grandes empresas farmacéuticas es la denominada innovación abierta u open innovation. Conscientes de la complejidad y la calidad de la investigación científica que se lleva a cabo en los centros públicos de investigación, van a buscar ese talento fuera de sus departamentos internos de I+D, estableciendo colaboraciones público-privadas para desarrollar nuevos medicamentos (o productos sanitarios). De esta manera todos se benefician: las empresas llegan con sus productos innovadores antes al mercado y de manera más económica que si tuviesen que incorporar esta ciencia a sus departamentos, y los centros públicos de investigación hacen transferencia tecnológica y de conocimiento y obtienen un retorno económico que se reinvierte en más investigación. Ejemplos ya muy conocidos, pero que me gusta recordar por si nos decidimos a buscar inspiración en ellos, serían los CTI o centers for therapeutic innovation  de Pfizer (iniciativa del 2010 impulsada por la misma compañía) o el Stevenage bioscience catalyst (iniciativa conjunta de GSK y el gobierno de UK).

Me alegra anunciar que nosotros tenemos un ejemplo exitoso reciente de innovación abierta en nuestro ecosistema, la colaboración entre Ferrer y el grupo de investigación del IDIBELL liderado por el Dr. Manel Esteller. El producto resultante de esta colaboración es EPICUP, ya en el mercado y utilizado para analizar los tumores secundarios detectados en los pacientes y reconocer el cáncer primario. EPICUP diferencia los 40 cánceres primarios más comunes, y el beneficio socioeconómico está en que estos pacientes pueden tratarse con una quimioterapia más ajustada a su enfermedad, mientras que hasta ahora recibían un tratamiento de amplio espectro que no siempre resultaba efectivo.

Cada caso de éxito en nuestro ecosistema debería significar un impulso para que otras empresas se decidiesen a seguir el ejemplo. Es cierto que no tenemos multinacionales como Pfizer o GSK en nuestro ecosistema que puedan apostar de igual manera por la innovación abierta, pero usemos la imaginación... Tenemos una gran oportunidad de formar estructuras similares a la de GSK, si pensamos en las comunidades de RIS3CAT que se están definiendo en estos momentos o en el proyecto europeo EIT-HEALTH, del que Ferrer es miembro. ¿Bailará Ferrer este mismo baile con más grupos públicos de investigación? ¿Se unirán al festival otras empresas? !Qué suene la música que nos inspire a todos!