Este 23 de junio se han entregado
los VII premios de la Fundación BBVA en Madrid a investigadores que, movidos
por esa curiosidad por conocer el mundo que nos rodea, lo que nos hace humanos,
han alcanzado grandes logros en investigaciones científicas en la frontera del
conocimiento. Mi pasado científico me permite conocer ese mundo en primera
persona, sus retos, barreras y compensaciones. Un trabajo demasiado duro para
considerarse un trabajo, de ahí el término vocación científica. Hace unos días
estuve en el Bdigital Global Congress
organizado por Eurecat1. La calidad de la información presentada fue excelente, pero me llamó especialmente la atención la presentación
de Javier Córdoba “La era del renacimiento digital”2, en la que
describía 3 renacimientos en la historia de la humanidad: el paso del
paleolítico al neolítico (driver: la agricultura), el humanismo (driver: el
número áureo) y el conocimiento (driver: el Bit).
Uno de los científicos
homenajeados en Madrid afirmó que ese premio no habría sido
posible con instrumentos de financiación dirigidos a proyectos de ciencia aplicada. Y tiene toda la razón, y pienso que es necesario hacer esta reflexión en mi Blog porque ese comentario, en ese contexto, puede llevar a considerar la investigación aplicada, o tecnología, menos relevante o menos "humana" que la investigación básica de frontera. Y en una sociedad
del conocimiento necesitamos ambas3. También necesitamos instrumentos de financiación
diferentes para cada una de ellas, porque considerar que la financiación pública debe dirigirse a la
investigación aplicada de igual manera que a la básica es un error. La situación vista en aquellos países que creen en la economía del conocimiento, altamente
innovadores, es que financian su tecnología un tercio públicamente y dos
tercios de manera privada (empresas). Si aún no lo hemos conseguido en nuestro país
deberíamos encontrar las herramientas apropiadas, simplemente mirando lo que
hacen estos otros países y aprender de sus éxitos.
Mi dedicación actual a la
transferencia tecnológica es también vocacional, porque también tiene sus retos,
barreras y compensaciones, como las que viví en mi etapa científica, aunque sean diferentes. En mi se hayan también los 3 renacimientos que comentaba Javier
Córdoba, pero dejé el placer “humano” que proporciona el descubrir algo por
primera vez por el placer que proporciona el descubrir y conseguir que
resultados científicos relevantes para nuestra salud den un paso adelante en su
llegada al mercado.
Ya lo había comentado en un Post anterior, pero lo vuelvo a
recordar por su relevancia. Alexander Fleming descubrió la penicilina en
1928 gracias al azar seguido de su curiosidad humana, lo que le llevó a preguntarse y encontrar el motivo por el que las bacterias no crecían alrededor de
los hongos. La humanidad tenía una herramienta con la que curar enfermos con
infecciones, para salvar millones de vidas, pero no tenía la capacidad de
hacerla llegar a estos enfermos. Hasta la segunda guerra mundial (1939-45) no
pudo ser utilizada a nivel generalizado porque no se sabía cómo fabricarla a nivel industrial. La solución se encontró en una cervecería americana con conocimiento y herramientas para hacer crecer de manera controlada a los microorganismos que la fabricarían. Para mi este hecho es muy significativo y nos debería hacer
reflexionar a todos, de igual manera que
a mí me hace creer absolutamente en la utilidad de mi trabajo (o vocación profesional actual) y la necesidad de instrumentos adecuados para mejorar sus resultados.
Porque en muchas actividades profesionales, esenciales para nuestro bienestar socioeconómico, nos encontramos nadando a contracorriente. Pero, ¿se elige ser salmón o
simplemente se es sin cuestionarse el por qué?
1http://www.bdigitalglobalcongress.com/videos-2015
2http://dracpixeldev.com/bdigital/2015/BDIGITAL2015_11062015_esp_07.php
3Cómo deberíamos
financiar la I+D+i ? Ideasdeunsesil.blogspot.es