El
incremento del gasto en I+D de las empresas farmacéuticas hace años que no se
corresponde con un aumento del número de nuevos fármacos en el mercado.
Diversas causas tienen su papel en esta realidad, como mayores exigencias por
parte de las agencias regulatorias (por ejemplo en respuesta a la falta de
seguridad mostrada por algunos de ellos una vez aprobados), o la mayor
complejidad de las enfermedades a tratar, muchas de origen desconocido o con
varias causas posibles sobre las que se puede actuar.
Una
estrategia de innovación que utilizan las grandes empresas farmacéuticas es la
denominada innovación abierta u open
innovation. Conscientes de la complejidad y la calidad de la investigación
científica que se lleva a cabo en los centros públicos de investigación, van a
buscar ese talento fuera de sus departamentos internos de I+D, estableciendo
colaboraciones público-privadas para desarrollar nuevos medicamentos (o
productos sanitarios). De esta manera todos se benefician: las empresas llegan
con sus productos innovadores antes al mercado y de manera más económica que si
tuviesen que incorporar esta ciencia a sus departamentos, y los centros
públicos de investigación hacen transferencia tecnológica y de conocimiento y obtienen
un retorno económico que se reinvierte en más investigación. Ejemplos ya muy
conocidos, pero que me gusta recordar por si nos decidimos a buscar inspiración
en ellos, serían los CTI o centers
for therapeutic innovation de
Pfizer (iniciativa del 2010 impulsada por la misma compañía) o el Stevenage bioscience catalyst (iniciativa conjunta de GSK y el
gobierno de UK).
Me
alegra anunciar que nosotros tenemos un ejemplo exitoso reciente de innovación
abierta en nuestro ecosistema, la colaboración entre Ferrer y el grupo de
investigación del IDIBELL liderado por el Dr. Manel Esteller. El producto
resultante de esta colaboración es EPICUP, ya en el mercado y utilizado para
analizar los tumores secundarios detectados en los pacientes y reconocer el
cáncer primario. EPICUP diferencia los 40 cánceres primarios más comunes, y el
beneficio socioeconómico está en que estos pacientes pueden tratarse con una
quimioterapia más ajustada a su enfermedad, mientras que hasta ahora recibían
un tratamiento de amplio espectro que no siempre resultaba efectivo.
Cada
caso de éxito en nuestro ecosistema debería significar un impulso para que
otras empresas se decidiesen a seguir el ejemplo. Es cierto que no tenemos
multinacionales como Pfizer o GSK en nuestro ecosistema que puedan apostar de
igual manera por la innovación abierta, pero usemos la imaginación... Tenemos
una gran oportunidad de formar estructuras similares a la de GSK, si pensamos
en las comunidades de RIS3CAT que se están definiendo en estos momentos o en el
proyecto europeo EIT-HEALTH, del que Ferrer es miembro. ¿Bailará Ferrer este
mismo baile con más grupos públicos de investigación? ¿Se unirán al festival
otras empresas? !Qué suene la música que nos inspire a todos!
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