jueves, 30 de mayo de 2013

El progreso y los nuevos dilemas morales

Todos los sondeos realizados en la población sitúan a los científicos, junto con los médicos, en los profesionales más valorados. Esta posición he de reconocer que me ha enorgullecido mucho mientras me dedicaba a la investigación científica. Sé que gran parte de la sociedad estamos convencidos de que una economía basada en el conocimiento hará más competitivo a nuestro país. Este fue el motivo por el que orienté mi carrera profesional a la promoción de la innovación tecnológica. Uno de los retos que me he fijado es divulgar la información necesaria para que estas actividades sean también valoradas por la sociedad. Porque para promover la innovación tecnológica (que se podría definir de manera generalista como la introducción en el mercado de los resultados de la investigación científica), hay que ir de la mano de las empresas. Y si queremos innovar en el ámbito de la biomedicina necesitamos, entre otras, a las empresas farmacéuticas y biotecnológicas.

Excluyendo algún caso aislado, siempre me he encontrado con una opinión negativa respecto a la industria farmacéutica. Reflexionando sobre este hecho, me gustaría creer que esto se debe en parte al gran poder que tienen algunas multinacionales de élite (la historia nos ha enseñado lo que puede provocar el poder en manos humanas). Otra parte de culpa puede deberse a que su mercado sean las personas enfermas, cuando sentimos profundamente que la salud es un derecho universal. Pedir a cualquier empresa de otro sector que invierta en productos que luego no va a poder vender parece un hecho absurdo. Pero la percepción es totalmente diferente cuando ese producto es un medicamento destinado a una enfermedad minoritaria o que afecte al tercer mundo. En la definición de empresa privada aparece el término lucrativo (si quiere tener inversores). No es responsabilidad de las empresas farmacéuticas el defender los derechos sociales y humanitarios, precisamente porque son empresas. Tenemos que encontrar otras fórmulas, en los gobiernos y en organizaciones no gubernamentales, para solucionar estas demandas, como realmente sucede.

Contamos entonces con una muy buena opinión de los científicos y una muy mala opinión de las empresas mencionadas. Pero imagínese la siguiente situación. Tiene un gran dolor de cabeza. Para solucionarlo entra en internet, busca una publicación científica donde se hable del motivo del dolor de cabeza y un producto químico que, en teoría, lo solucionaría. Imprime esa publicación y se la coloca sobre la cabeza. ¿Le quitará el dolor? No. Aparcando la imaginación, un caso real. Alexander Fleming descubrió la penicilina en 1928, pero su aplicación en un paciente no pudo hacerse hasta 1941, por problemas en la preparación industrial del medicamento (se consiguió en una cervecería de Ohio finalmente). Lo que quiero decir es que el avance en el control de las enfermedades necesita a las industrias farmacéutica y biotecnológica. Incluso cuando hablamos de la nueva estrategia de las grandes farmacéuticas denominada innovación abierta, que implica establecer proyectos colaborativos con otras organizaciones de I+D, la gran empresa sigue siendo necesaria para la fabricación a gran escala y la comercialización de los productos resultantes.

Hace unos días Angelina Jolie ha levantado una polémica en contra de las empresas biotecnológicas y farmacéuticas. Nos tenemos que ir acostumbrando, porque el veloz avance tecnológico que estamos viviendo irá abriendo nuevos dilemas morales, a los que deberemos enfrentarnos con responsabilidad. 

La polémica comienza con un resultado positivo en un test genético, que analiza mutaciones en el gen BRCA1. Con un 87% de probabilidad Angelina sufriría, en el futuro, un tumor de mama, a lo que la actriz ha reaccionado con una doble mastectomía preventiva. Coincidiendo con esta noticia, la corte suprema de los Estados Unidos se pronunciará en unas semanas sobre la posibilidad de que una patente incluya genes humanos. La raíz del problema es que la empresa biotecnológica Myriad Genetics tiene el monopolio temporal de explotación (concedido por una patente) del kit diagnóstico utilizado. El kit es poco accesible a la sociedad, con un precio de 4000 dólares. En esta misma línea argumental, en el foro hispano-indio de biotecnología, organizado en Barcelona hace unos días por Biocat, tuve la ocasión de hablar con el cofundador de la empresa india AlphaSzenszo, que buscaba colaboraciones para llevar al mercado un kit diagnóstico de cáncer de pulmón que habían desarrollado. Cuando sugerí que el precio del kit sería elevado, la respuesta fue que si querían comercializarlo masivamente en la sociedad india, habían estimado que su precio no podría superar los 200 dólares por unidad. 

Si las leyes del mercado controlan las actividades de las empresas, pensemos: ¿Podemos afirmar realmente que una empresa prefiere vender 1000 kits diagnósticos a x€/unidad, frente a la opción de vender 100000 kits a 0.01x €/unidad? (en ambos casos, el beneficio de todas las ventas es igual, 1000x €). En mi opinión, no debemos presuponer nada, y sí alegrarnos de que se encuentren en el mercado estos avances médicos. Y de que las empresas hayan tenido el tiempo necesario para elaborarlos, con la garantía de exclusividad que les confiere tener una patente (de otro modo, ninguna empresa arriesgaría tanto en su desarrollo).

Frente a semejantes polémicas y dilemas morales, se requieren leyes eficaces que los solucionen de la forma más favorable  para el bien común. Los sistemas de salud (públicos) tienen la responsabilidad de incluir los tratamientos médicos innovadores, a un precio acorde con el ahorro que supondría su utilización y acorde con el beneficio sobre los pacientes. En Estados Unidos, el Servicio Nacional de Salud (NHS) ha recibido esta misma recomendación del Instituto Nacional para Salud y Excelencia Clínica (NICE). En nuestro entorno, el Hospital Clínic de Barcelona dispone de la unidad HTA (de análisis de tecnologías médicas) que analiza los beneficios (económicos y sociales) de la incorporación de determinadas innovaciones biomédicas en el hospital. Lo que no debemos hacer, ni podemos evitar en realidad, es frenar el progreso científico, ni el desarrollo de nuevos  tratamientos, cada vez que nos encontremos con un dilema moral.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Cuida tu networking


El networking o red de contactos sirve para buscar puntos de interés comunes entre profesionales de un mismo ámbito. Es cierto que somos seres sociales y que por este motivo necesitamos relacionarnos con otros individuos. Pero aunque podamos disfrutar de esta actividad, su finalidad  es obtener algún beneficio en el futuro gracias a la colaboración. Hoy1 he entendido una de las ventajas derivadas de poseer una buena red de contactos en la que no había pensado, y que va más allá de tener la oportunidad de establecer una relación profesional con B, porque tanto yo como B conocemos a A.

Robert Axelrod en su artículo “The evolution of cooperation”2 plantea una de las cuestiones que más intriga a la gente sobre la naturaleza humana: Aunque nuestra civilización históricamente tiene su base en la cooperación, las personas tenemos una gran dificultad para establecer relaciones de colaboración. En esta línea sabemos que una de las piezas clave para salir de la actual crisis socioeconómica es aunar esfuerzos para promover la innovación tecnológica. Nuestra asignatura pendiente es ser capaces de establecer colaboraciones efectivas entre los centros de investigación públicos y las empresas (y el capital privado). Axelrod recurre al dilema del prisionero para explicar los beneficios de una actitud colaborativa frente a una competitiva en un proceso de negociación. La base de este dilema es la detención de dos sospechosos de haber cometido un robo sin que haya pruebas incriminatorias en manos de la policía. La confesión es la única herramienta para conseguir condenarlos, y para ello los dos son interrogados por separado. Las condiciones son: Si ninguno resulta acusado por el otro, salen libres los dos; Si únicamente uno es acusado, éste recibe 5 años de prisión; Si los dos se acusan mutuamente, van a prisión 2,5 años cada uno. Lo normal en esta situación, en la que los sospechosos no han podido acordar una respuesta, es que se acusen y acaben uno de ellos o ambos en prisión. Esto se corresponde con un comportamiento competitivo, y solo una gran confianza mutua puede inducir a la colaboración y a la liberación de los dos delincuentes. Pero el dilema del prisionero nos plantea una situación que difícilmente se volverá a repetir. ¿Sería diferente el resultado si este proceso de negociación se repitiese más veces? ¿Qué actitud sería la más beneficiosa, colaborar o competir? El artículo concluye que en un proceso de negociación la situación más ventajosa es entrar en la primera negociación con una actitud abiertamente colaborativa,  y en una segunda negociación copiando la actitud que la otra persona haya tomado en la primera.

¿Cuál es la relación entre estas actitudes en la negociación descritas y el networking? Imaginemos a un gestor de transferencia de tecnología de un centro de investigación público que se acerca con una tecnología innovadora a un empresario, buscando una colaboración que le permita desarrollarla hasta introducirla en el mercado (única manera de obtener un beneficio socioeconómico de la investigación científica). Si  el empresario considera  este proceso de negociación como único, adoptará con mucha probabilidad una posición competitiva que va a hacer más difícil la negociación. El networking abre la posibilidad de que haya otros encuentros entre el gestor y el empresario, y éste deje de considerar el proceso de negociación como único. Porque puede que ambos tengan contactos en común o incluso puedan encontrarse en posteriores eventos de networking. Y ya hemos visto que ante la posibilidad de un segundo proceso de negociación, la postura más ventajosa es colaborar en la primera oportunidad que se tiene. Y todos formamos parte del mismo ecosistema innovador.

1Fuente: Miguel Vega, director general de Allinky Biopharma.
2 http://www-ee.stanford.edu/~hellman/Breakthrough/book/pdfs/axelrod.pdf

La tela de araña invisible


A todos nos gusta escuchar discursos alineados con nuestras convicciones. Y si llegan a nuestros oídos sólo unas horas después de escuchar argumentos totalmente disonantes con la vibración interna de nuestras opiniones nos hacen sentir en casa. Mi sentido de pertenencia al ecosistema innovador que se está fortaleciendo en Cataluña en estos momentos de escasez se hace más evidente cuando escucho acciones dirigidas a entretejer a todos los participantes, con las que estoy totalmente de acuerdo.

Dejando libre la imaginación, cuando caminamos por diferentes barrios de Barcelona en los que encontramos centros de investigación, hospitales, centros tecnológicos, universidades o empresas, es posible imaginar unos hilos invisibles que mantienen unidos a los profesionales que desarrollan sus actividades en el interior. Porque en estos momentos el conocimiento en un área concreta ya no es tan valioso. Hay que buscar la colaboración entre especialistas de diferentes áreas, buscar las interfases donde se han de producir las ideas innovadoras. Esto no es nada más que intentar solucionar un problema abordándolo de diferentes maneras a la vez, cada profesional mirando a través de las gafas que le proporciona su especialidad.

Con mucha paciencia y sin descanso, la elaboración de esta tela de araña, invisible si no pensamos en ella, ha sido la misión de Biocat. Esta fundación fue creada en el año 2006 bajo el impulso de la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona. Esta realidad es la que nos ha mostrado hoy Montserrat Vendrell, CEO de Biocat, en Barcelona Activa1. Cómo muchos esfuerzos de Biocat van dirigidos a salvar a nuestro sistema sanitario público, que como muchos sistemas sanitarios del mundo, arrastra un incremento constante en gasto en los últimos años, debido al incremento de la esperanza de vida entre otros aspectos. Sin un cambio de su modelo operativo una de nuestras fortalezas sociales se colapsará en poco tiempo. La introducción en el sistema de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), así como el acceso de los pacientes a ellas, constituyen uno de esos cambios necesarios, que se está dando en la actualidad. De medicina generalista estamos pasando a medicina personalizada (tanto a nivel de diagnóstico de enfermedades como a nivel de su tratamiento más eficaz). Ya no hablaremos de enfermedades sino de enfermos. Ya no nos centraremos en curar enfermedades sino también en prevenirlas de manera más eficiente. Los pacientes tendrán las herramientas para comunicarse con su médico desde casa, proporcionándole a la vez los datos de sus propios análisis, sin tener que pasar por la consulta o por el hospital2.

El mismo día había otro evento organizado en paralelo también por Biocat3, en este caso dirigido a establecer colaboraciones de empresas y grupos de investigación catalanes e índios. Durante el networking he tenido la oportunidad de conversar con personas que creen que la innovación en las empresas de nuestro país es esencial. Si he dicho que Biocat teje en silencio, imagino que en algunos casos es imprescindible protagonizar autenticas pataletas para hacer ver (y oir) a los demás que las empresas, sobretodo las farmacéuticas, necesitan también cambios (en este caso de sus modelos de negocio). Históricamente estas empresas han realizado in doors todas las actividades, desde el descubrimiento de un principio activo hasta la puesta en el mercado del fármaco. Una pataleta a tiempo está demandando atención, decir que no hay que ser los mejores del mundo, sino que su laboratorio tiene que ser el mundo entero. Hay que ir a buscar a los mejores profesionales allá donde estén, e incorporarlos a la empresa o simplemente establecer convenios de colaboración con ellos (lo que se denomina open innovation). Cuando se encuentran estos profesionales fuera de las empresas, Biocat, con la ayuda de otras entidades como Acc1ó, sigue ampliando la tela de araña con paciencia.

1Biotechnology, biomedicine and ICT, debate topics at upcoming series of CTecno breakfasts.
2Socialdiabetes (aplicación de insulina optimizada). Monitor medical (tratamiento anticoagulante sanguíneo optimizado).
3Foro hispano-indio de biotecnología.



Cómo deberíamos financiar la I+D+i ?


-Explícame entonces el sueño que has tenido esta noche…
La financiación pública destinada a la investigación disminuyó de manera drástica en España. Por suerte los productos innovadores de varias compañías biotecnológicas tuvieron mucho éxito en el mercado, lo que produjo un gran impacto y mostró a las empresas y a los grandes inversores privados las ventajas de invertir en innovación. En poco tiempo hubo un cambio radical en el sistema científico-tecnológico del país. El capital privado financiaba en exclusiva la investigación (empresas privadas, capital riesgo, inversores ángel, mecenazgo, micromecenazgo….). En las empresas innovadoras (especialmente en las biotech) hubo una enorme inyección de capital riesgo. En todos los centros de investigación el capital privado y los proyectos colaborativos con las empresas privadas acabaron siendo la única fuente de financiación. Como el gobierno no quería perder totalmente el control de la investigación, elaboraba sus estrategias de desarrollo social y económico definiendo las áreas esenciales que se tenían que potenciar en materia de investigación e innovación, utilizando la compra pública innovadora. A parte de esto, la financiación pública solamente era utilizada para el mantenimiento de las plataformas científico-tecnológicas en los centros de investigación especializados en sus áreas de investigación prioritarias. Esta apuesta por la investigación y la innovación como medios para el desarrollo económico del país promovió la potenciación del sector privado involucrado en I+D+i.

-Entonces que sucedió?
La financiación de la investigación con capital privado provocó un cambio de paradigma en el sistema científico-tecnológico del país. La actividad científica se centró en proyectos con fines prácticos y con altas posibilidades de retorno económico. En las universidades y los hospitales los profesores y el personal sanitario, si no conseguían fondos privados, dejaban de investigar y se dedicaban únicamente a la docencia y a la atención sanitaria. El impacto económico de los resultados era lo único importante, y no el impacto en la sociedad o en el conocimiento. El nuevo sistema era altamente maduro porque optimizaba los recursos mediante sinergias entre diferentes grupos de investigación, evitando duplicidades y fomentando la especialización y la colaboración. Los parques científicos, los centros tecnológicos, los bancos de conocimiento y las grandes infraestructuras científicas eran elementos clave en el sistema. El tiempo adquirió un gran valor y la eficiencia de los investigadores era indispensable. Se promovió la incorporación de profesionales de apoyo al investigador para aumentar su rendimiento (técnicos de laboratorio, gestores de proyectos, especialistas en patentes…).

-Estoy de acuerdo contigo, un exceso de burocracia sobre el investigador baja su eficiencia
Efectivamente. A los científicos se les exigía dedicación y responsabilidad en su trabajo aceptando un elevado nivel de autogobierno y flexibilidad organizativa (contratación libre, financiación). Se tenía más confianza en ellos. A cambio, la figura del investigador funcionario desapareció y su trabajo era evaluado periódicamente, con consecuencias si no era eficiente.

-Pero cuando el único objetivo de la investigación es la producción de valor se fomenta la competitividad, se pierde la creatividad y se arriesga menos en los proyectos científicos.
Eso era algo negativo. La colaboración entre los científicos disminuyó (para proteger sus resultados). Se potenciaba la alta especialización cuando la innovación surge de las “interfases”. A largo plazo,  el enorme descenso en actividad investigadora en universidades y hospitales bajó la calidad y la cantidad de investigadores en formación. Esto indujo a la contratación de investigadores extranjeros por necesidad. Para conseguir recursos humanos bien formados en el futuro, el capital privado empezó a financiar la investigación menos aplicada en estas instituciones. No decidían qué proyectos se financiaban, por falta de conocimiento, pero sí que controlaban los resultados y evaluaban a los profesionales que utilizaban sus recursos siguiendo el mismo modelo que en los otros centros de investigación.  

-Es decir, las fuerzas del mercado decidían la investigación que se realizaba en el país
Algunas áreas como la biomedicina progresaron muy rápidamente porque había mucho conocimiento acumulado que pudo transformarse en productos innovadores, obteniéndose grandes beneficios socioeconómicos. Nuestra alta especialización en determinadas tecnologías pronto quedó obsoleta porque el desarrollo tecnológico y el conocimiento siguieron aumentando fuera de nuestras fronteras. La falta de diversificación en las áreas de investigación desarrolladas generó un sistema científico muy empobrecido, incapaz de comprender los nuevos avances tecnológicos. Se contaba con el libre acceso al pool de conocimiento mundial, aún sin haber invertido en su generación, pero el país se volvió incapaz de utilizar las nuevas tecnologías porque no tenía científicos de calidad que las entendiesen y aplicasen. Tampoco había recursos suficientes para la contratación de los científicos extranjeros necesarios (los cuales no sentían atracción por investigar aquí).

Mi sueño prueba que no puede haber desarrollo socioeconómico sin ciencia, y que si investigamos únicamente con fines económicos dejaremos de participar en el desarrollo de las tecnologías del mañana. Aunque vista la situación actual, cualquiera apostaría porque el sistema científico-tecnológico español encontrase tan ingentes cantidades de financiación en el sector privado. ¿Dónde están los incentivos fiscales necesarios? ¿Y la ley de mecenazgo?

martes, 21 de mayo de 2013

Y si nos sentamos a dialogar?

Hace unas horas he asistido a una conferencia sobre economía que había de transmitir unas claves para salir de la crisis actual.

Lo que no me esperaba era que las palabras "innovación tecnológica empresarial" no estuviesen presentes en el discurso. Me he dado cuenta de que  estamos tan inmersos en nuestra realidad, que ignoramos que otros profesionales en otros sectores viven otra realidad. Y no somos conscientes de ello. Tan elemental nos parece la opinión general en nuestros respectivos mundos, que de manera atrevida afirmamos que tenemos la receta para solucionar la tremenda crisis en la que estamos respirando (conteniendo como podemos el jadeo). Superando la extrema frustración inicial, que casi me lleva a abandonar la sala, permanecí atenta toda la conferencia, con la misma sensación que tienes cuando tragas un alimento de sabor desagradable porque sabes que es rico en vitaminas. Mal sabor porque se atacaba directamente a la gran apuesta que se está haciendo por la ciencia, que ha hecho  que seamos un referente internacional por la calidad de nuestros científicos y de nuestros resultados de I+D.

Después de ingerir completamente el discurso, del que la digestión va a ser algo pesada, estoy convencida, tanto de que he escuchado muchas verdades como de que hay mucha desinformación respecto a lo que cuesta generar un sistema científico-tecnológico competitivo. Y ahora, más que antes de asistir a esa conferencia, estoy convencida de que es imprescindible que haya diálogo entre todos los que estamos empeñados en sacar el país de la crisis. Porque con buenas estrategias independientes, diseñadas en los diferentes ámbitos del conocimiento, sólo se van a tener soluciones parciales.

Diversas medidas económicas han sido planteadas para salir de la crisis, centrando su solución en el saneamiento de la banca y en la creación de empleo (refiriéndose más a empleo masivo de baja cualificación que a pocos puestos cualificados). El objetivo es solucionar la crisis de demanda en la que estamos sumergidos. Y como la biotecnología no cumple con estas características, el mensaje transmitido es que hay que potenciarla más adelante, porque ahora no es el momento. Básicamente, saldríamos de la crisis más o menos rápidamente potenciando el turismo de calidad y las inmobiliarias (no la construcción de viviendas, que esto ya se ha visto lo que provoca, sino su rehabilitación). Como última medida posible no descartaba la salida de España del euro.

Quiero pensar que este mensaje tiene una base sólida que los economistas deben conocer bien, y yo no me atrevo a poner en duda. Lo que yo puedo aportar a estas ideas es que la biotecnología no es un sector que se pueda dejar unos años aparcado, para dedicarnos a solucionar problemas sociales aparentemente más inmediatos, y volverlo a potenciar en el futuro. Metafóricamente hablando, es como si en un campo de olivos, arrancamos todos los árboles para sembrar tomateras. Así conseguiríamos en pocos meses con qué alimentar a las personas, pensando en sembrar de nuevo los olivos cuando nos convenga. No podemos olvidar que, hasta que volvamos a tener esos olivos maduros, habrán de pasar muchos muchos años. Y quizás esto no se lo hemos explicado bien a quienes están tomando las decisiones en estos momentos.

Enseguida me ha venido a la cabeza una situación que estamos viviendo en los Institutos de Investigación Sanitarios acreditados por el Instituto de Salud Carlos III. Esta acreditación sirve como garantía de calidad de la actividad investigadora y traslacional de los hospitales que integran. La innovación sanitaria está muy presente en la labor diaria de sus profesionales (los investigadores clínicos y docentes, así como el personal de enfermería), pero debido al descenso en la financiación pública, esta actividad innovadora está muy comprometida. Ante esta situación pensemos lo siguiente: ¿Quién es capaz de quitar a un grupo de enfermos de cáncer su quimioterapia, para financiar un experimento en un laboratorio del mismo hospital dirigido a encontrar un tratamiento más efectivo contra el cáncer? ¿Será el brutal descenso en la financiación de estos hospitales lo equivalente a talar los olivos?

lunes, 13 de mayo de 2013

El origen de ideas de un sésil

Como estoy totalmente de acuerdo con Sócrates cuando afirmó que el conocimiento sólo puede venir del interior, desde siempre he intentado que mi interior esté repleto de ideas, que se mueven y reaccionan, se integran sumándose, restándose, dividiéndose... creando el verdadero conocimiento. 

Provenientes de las más diversas fuentes de información, estas ideas tienen en común una gran credibilidad para evitar el peligro de intoxicarme con toda la pseudociencia que circula por el mundo. Y cuánta confusión y desinformación encuentro a veces... Mi intención con este blog no es tanto exponer mi conocimiento como funcionar como un sésil, filtrando ideas del entorno, permitiendo que reaccionen en el interior y volverlas a presentar digeridas y asociadas a las que ya habitaban dentro. 

Pretendo que este blog tenga efecto multiplicador de las buenas ideas con las que me encuentro para que lleguen a más personas, disminuyendo en la medida de lo posible la confusión.

El sésil se llama Claudia Nieva, es doctora en farmacia desde el año 2003 (UB), y desde entonces hasta  el año 2012 ha trabajado como investigadora post-doctoral en diversos proyectos en el ámbito de la biología del desarrollo y del cáncer. Después de introducirse en el apasionante mundo de la gestión de la ciencia y de la innovación realizando un máster en la UPF, trabaja de técnico de transferencia tecnológica en la Fundació Clínic desde octubre del 2013.

@ClaudiaNBoza

http://about.me/claudian